Corín, J. 1, Cristiano, P.M. 1, García, M.A. 2 y Posse, G. 1
1: Instituto de Clima y Agua. INTA Castelar 2: Estación Experimental Agropecuaria Concordia. INTA
Área temática: 
Trabajo completo

Debido al aumento registrado en los últimos 30 años en la concentración de dióxido de carbono y la temperatura media en la atmósfera, la evaluación de la estabilidad de los reservorios de carbono (C) en los ecosistemas resulta casi imprescindible. El Protocolo de Kyoto propone el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) como uno de los procedimientos mediante el cual los países con obligación de reducción de emisiones pueden alcanzar sus metas. El MDL incluye a la forestación y reforestación en países en desarrollo, como sumideros temporales de carbono, que contribuyen a reducir la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera a nivel global. Por ser el suelo el mayor reservorio de C en los ecosistemas terrestres, los cambios en el contenido de carbono edáfico deben ser considerados al reemplazar un sistema natural por otro que supuestamente secuestra más carbono. Los pastizales naturales sobre suelos Vertisoles en la provincia de Entre Ríos, destinados principalmente a la ganadería de cría, muestran signos marcados de degradación. Estas condiciones sumadas a los bajos niveles productivos han contribuido a que desde hace algunos años estén siendo transformados a plantaciones de Eucalyptus grandis. A pesar de que el cambio de uso de estos suelos sigue extendiéndose, no existen antecedentes acerca del efecto del reemplazo de pastizales con uso ganadero por plantaciones de eucalipto, sobre el carbono orgánico del suelo. Los objetivos de este trabajo fueron cuantificar las diferencias en el contenido de carbono orgánico total (COT) del suelo entre una forestación de Eucalyptus grandis a los 6 y a los 9 años de edad y su línea de base, una estepa arbustiva degradada, bajo uso de ganadería bovina. También se discriminó y cuantificó el C en las diferentes fracciones presentes en el suelo y se caracterizó el comportamiento temporal de las mismas. El muestreo se realizó en los años 2005 y 2008, en el departamento de Federación en la provincia de Entre Ríos. Para estimar el porcentaje del C contenido en el suelo se tomaron 10 muestras compuestas por 4 submuestras en 4 profundidades: 0 –10 cm; 10 –25 cm; 25 – 50 cm y 50 – 90 cm. También se estimó la densidad aparente de los sitios tomando 5 muestras en cada profundidad detallada. La determinación del C se realizó mediante 3 métodos: Combustión seca, fraccionamiento físico y fraccionamiento químico de la materia orgánica del suelo. La combustión seca (método de Dumas) transformó muestras sólidas en gaseosas a las que se le estimó el porcentaje de C total presente (C orgánico e inorgánico) (Rutherford et al, 2007). El fraccionamiento físico separó por diferencia de tamaño el C orgánico en C particulado y C mineral (Cambardella y Elliott, 1992) y el fraccionamiento químico separó por diferencia de solubilidad a las sustancias húmicas en ácidos húmicos y ácidos fúlvicos (Schnitzer, 1982). A partir del porcentaje de C y de la densidad aparente se obtuvo el valor de C expresado en t/ha. Se caracterizaron los cambios temporales del contenido de ácidos húmicos y fúlvicos en el suelo, asumiendo como la condición inicial a los valores de la estepa, intermedios a los valores de la forestación a los 6 años y de una plantación adulta a los valores de la forestación a los 9 años. El carbono total presentó diferencias significativas en las primeras 2 capas, siendo los valores de la estepa arbustiva mayores que los de la forestación (ANOVA, p<0.05, comparaciones múltiples de Tukey). A partir de estos valores se estimó que la estepa arbustiva tiene en el suelo 74,52 t C total/ha más que la forestación a los 9 años de edad. El C orgánico disminuyó con la profundidad y solo se presentó en mayor porcentaje en la estepa que en la plantación adulta en la capa de 25 – 50 cm. El C mineral disminuyó con la profundidad pero no presento diferencias entre los sistemas mientras que el C particulado no presentó relación con la profundidad y se mostró mayor para la estepa en la misma capa que el C orgánico. El C asociado a las sustancias húmicas disminuyó con la profundidad en la forestación y se observó un mayor porcentaje de esta fracción en la forestación, para ambos años de muestreo, que en la estepa en el primer intervalo de profundidad (ANOVA, p<0.05, comparaciones múltiples de Tukey). El C asociado a los ácidos húmicos solo se presentó en mayor porcentaje en la primera capa de la forestación a los 9 años mientras que el C asociado a los ácidos fúlvicos en la primera capa de la forestación a los 6 años. A partir de los resultados obtenidos se puede concluir que la estepa presenta mayor contenido de C total que la forestación posiblemente debido a la perturbación que sufrió el suelo durante la remoción de la vegetación natural con el primer rodal implantado. El C mineral no presentó diferencias entre los sistemas probablemente relacionado con el escaso tiempo transcurrido desde la plantación. Sin embargo, las sustancias húmicas presentaron mayores porcentajes en la forestación. Estas diferencias encontradas se relacionan con los métodos utilizados ya que si bien el fraccionamiento físico considera a la humina, el fraccionamiento químico no. En cuanto al carbono particulado, se detectaron mayores valores en la estepa que en la forestación de 9 años únicamente para la capa de 25-50 cm. Estas determinaciones mostraron altos valores de varianza por lo que se recomienda aumentar el número de muestras a fin de disminuir los desvíos estándares. Los resultados sugieren que las condiciones microclimáticas de la forestación favorecen la humificación de la materia orgánica en el suelo ya que las fracciones más estables están tendiendo a aumentar en el tiempo. En cambio el carbono más lábil y biodisponible se encuentra en la estepa. De todos modos, como sistema global, la estepa conservó mayores valores de carbono total en el suelo. Bibliografía Cambardella, C.A. & Elliott, E.T., 1992. Particulate Soil Organic-Matter Changes across a Grassland Cultivation Sequence. Rutherford, P.M,. McGill W.B & Arocena J.M, 2007. Total Nitrogen. Soil Sampling and methods of analysis, edited by M.R. Carter and E.G. Gregorich, 2008. Chapter 22. Schnitzer, M., 1982. Organic matter characterization. In: Methods of soil analysis. (A. L. Page et al, editors). Part. 2. 2nd ed. Soil Science Society of Agronomy, Wisconsin. pp. 581-594.